Hace días me comprometí a ir desgranando, qué curioso, algo aún inexistente: la nueva Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa. El motivo fundamental era debido a todo el alboroto, el despliegue informativo, la movilización por parte de sectores contrarios a su aprobación, los enormes ríos de tinta que sobre ella se han publicado, la cantidad de debates (muchos de ellos de una fiereza y hostilidad espeluznantes) a los que, como espectadores ávidos de escuchar para aprender, hemos asistido en estos últimos meses en relación a la tan controvertida Ley o, mejor dicho, Anteproyecto de una Ley tan cuestionada.

Comencemos pues. Y, para ello, nada mejor que empezar por el principio, por su título: “Ley Orgánica para la Mejora de laCalidad Educativa”. Así se nos presenta.

De las nueve palabras que contiene el título, tres, las que hemos marcado en negrita, son incuestionables como objetivo a perseguir.

La gran demanda en clases particulares, la obsesión por parte sobre todo de los padres de apuntar a sus hijos a Técnicas de Estudio son muestras más que evidentes de que nuestra enseñanza si de algo carece es, precisamente, de calidad.

¿Quién podría oponerse a mejorar la calidad educativa?

Aún en el caso de que nuestro sistema educativo gozara de buena salud, la búsqueda de nuevas estrategias, nuevos fundamentos que engrandecieran lo hasta ahora construido, la incorporación de nuevos elementos que fortalecieran los ya existentes sería algo obligado en una sociedad moderna en la que la educación ocupara el papel de relevancia que le corresponde. En consecuencia, creo que todos estamos de acuerdo en que, al menos en lo que se refiere al título, la nueva Ley no debería ser muy controvertida.

Pero sigamos porque esto no acaba aquí.

En la “Exposición de motivos”, la frase que da comienzo al argumentario de la Ley es la siguiente: “Los alumnos son el centro y la razón de ser de la educación”.

¿Qué insensato, en su sano juicio, puede oponerse a este principio? Para todos los agentes implicados en la educación de un país ¿no son éstos, los alumnos, el eje sobre el que gira el propio sistema educacional y el punto al que han de dirigirse todos los esfuerzos encaminados a lograr que éste (el propio sistema) sea óptimo en su conjunto?

Por último, aunque continuaremos en los próximos días, a renglón seguido, podemos leer: “El aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autónomas, críticas, con pensamiento propio”. ¿Os dais cuenta de la importancia del contenido de esta frase? Negar que nuestros jóvenes consigan tener la autonomía suficiente que les permita analizar, como poseedores que son de un criterio libre, la realidad que les rodea lejos de manipulaciones, manejos y maniobras orquestadas es algo que solo los mediocres, los opresores, déspotas y tiranos serían capaces de defender. Seguro, seguro, seguro que la gran mayoría de los que hasta ahora agitaban su oposición frente a esta Ley ni siquiera se habían parado a pensar en todo ello.

José Manuel Romero.