Nuestro gran tesoro, sin duda, es la concentración. No me cansaré nunca de decirlo. Si tuviese que elegir una sola cosa para mejorar en el trabajo diario de mis hijos, yo, lo tengo claro no, clarinete >> la concentración, pero sin ningún lugar a dudas.

La concentración es la responsable, lo he dicho más veces, de:

– Hacer más y mejor en menos tiempo.
– De la calidad del trabajo.
– De tener más tiempo libre.

Casi nada, señores y señoras, casi nada. Pregúntale a algún padre o madre:

“ Voy a trabajar con su hijo/a una técnica que hará que termine sus cosas antes, con calidad y así podrán disfrutar de más tiempo libre todos”

¿Quién no firma esto? Yo ahora mismo. ¿A que sí?

No tengo la solución a esto, si la tuviese, posiblemente no estaría escribiendo estas líneas 😉 Pero sí sé que estrategias, herramientas y técnicas pueden mejorar la concentración y conseguir, poco a poco, mejorar la concentración de nuestros hijos e hijas y de nosotros mismo ¡¡ojo!! Que mucho de lo que escribo aquí también lo enseño a empresas, ejecutivos y directivos.

La Técnica Pomodoro, así se llama la técnica que ha puesto en jaque a mi despiste, a la inatención de muchos adultos, niños y niñas, y que yo mismo utilizo para mejorar, en muchos momentos, mi concentración.

Esta técnica la venimos aplicando desde el año 2012 en mundoclases con niños diagnosticados de “déficit de atención” (menuda patochada de invento) y con un resultado brutal.

 

¿En qué consiste?

 

1. Consiste en establecer bloques de trabajo de 25 minutos. Solo 25 minutos, exclusivamente. Nada más ni nada menos. Ni 20, ni 30, 25 minutos.

Puedes utilizar un reloj o un cronómetro para fijarlos y que suene una alarma cuando el temporizador consuma los 25 minutos.

2. Entre bloque y bloque de 25 minutos, fija descansos de 5 minutos, nada más que 5 minutos.

3. Cada 4 bloque de 25 minutos, descansa 15 minutos.

La serie quedaría de la siguiente manera:

 

¿Por qué funciona tan bien?

 

El cerebro percibe los 25 minutos como algo “casi tocable” con un fin muy cercano, una recompensa inmediata. Eso hace que el foco, la concentración se aproveche al máximo. Es más una cuestión de percepción-concienciación, es un efecto psicológico brutal.

La recompensa es inmediata, el descanso, lo dicho, 25 minutos están ahí, cerca, muy cerca y el descanso casi se toca con los dedos.

Bloques de una hora… uffff! son muy largos (me despisto 35 minutos e intento hacer el resto). El trabajo se alarga hasta completar el tiempo disponible ( Ley de Parkinson).

 

¿Cuándo utilizarla?

 

No siempre, si no sería una locura. Pero sí:

En momentos de agobio, de carga de trabajo y estudio.

 

Época de exámenes y ansiedad.

 

– Cuando simplemente tenemos un mal día.

Prueba la técnica Pomodoro y me cuentas. En serio, funciona y funciona muy bien.

 

– José María Villarmea.