De entre todas las traducciones que he encontrado de la palabra inglesa Feeling la que más me llama la atención es la de“sensación” o “impresión”. Y me llama la atención porque desde que me explicaron qué significaba esta palabra siempre la he relacionado con ese Sentimiento que se produce entre dos personas que se llevan bien o mal. “Ha habido buen feeling en la reunión, eh?”, siempre me decía mi antiguo jefe cuando creía que un encuentro con los clientes había ido bien para sus intereses. Por eso, siempre lo había relacionado con el sentimiento que producía una interacción entre personas. Pero desde que entré en el mundo académico, me he dado cuenta que la definición de Sensación o Impresión también es muy válida. Me explico con un ejemplo. A quién no le ha sucedido que entras en una clase de un curso y el profesor te está esperando y, nada más verlo, tienes la impresión de que no te gusta. Él no ha hecho nada para caerte mal y seguramente se debe a que dormiste mal y el tráfico estaba fatal esa mañana o simplemente no habéis tenido un buenFeeling de entrada. Está claro que en ese caso dependerá del docente que el contenido que imparta sea interesante o no y que te vayas con la sensación de que te habías equivocado con tu primera impresión o que no has aprendido nada.

Las empresas que realizan cursos deben tener en cuenta esa sensación, porque hará que los alumnos vuelvan o no, pero entonces me viene a la cabeza los alumnos de centros escolares, chavales que tienen su Feeling en pequeñito, porque todavía no tienen muy formada su personalidad, pero si hablas con ellos te das cuenta que ellos también tienen su primera impresión y su sensación continuada sobre un profesor, tutor o maestro y ellos no pueden “hacer pellas” y no ir a clase como sí hacemos los mayores con los cursos. Creo que este aspecto se trabaja poco o se enfoca mal en las escuelas e institutos. Los padres, esos que realmente son los únicos que hacen una encuesta sobre las sensaciones de sus propios hijos, pocas veces hacen algo para averiguar si lo que éstos les cuentan es cierto o es producto de lavaguería, pocas ganas o desmotivación, palabras que oímos contantemente como causas de por qué nuestros hijos no van bien en sus estudios. Pero si nos paramos a pensar, ¿existe siempre Feeling académico entre profesor y cada uno de los 30 alumnos de una clase?

Nosotros ante esa tesitura, intentamos que cuando un profesor particular a domicilio empiece con un alumno al que no conoce preguntamos a las dos partes: al profesor vía encuesta por e-mail qué impresiones o sensaciones ha obtenido del alumno tras las dos primeras clases y a la familia-alumno vía telefónica y/o e-mail le preguntamos a través de un Seguimiento Inicial si pueden darnos sus impresiones sobre el profesor tras las primeras clases. Creemos que un profesor puede ser buenísimo en matemáticas, por ejemplo, pero si no conecta con el alumno, ya puede explicárselo de 10 maneras diferentes que el niño no lo entenderá porque no existe química entre ellos.

Siempre recordaré a una profesora de inglés que conocí, no tenía las mejores notas de filología inglesa ni había realizado estudios de pedagogía ni siquiera era nativa ni había estado en un país de habla inglesa, pero no había un alumno que no estuviera satisfecho con ella y esto era, o eso creemos, porque era capaz de empatizar con las dificultades del alumno (“ponerse en su pellejo” decía) y ser capaz de trasformar su carácter y su forma de impartir clase.

Para terminar, dejamos un consejo para navegantes: siempre hay que estudiar lo que rodea a nuestros hijos antes de juzgarlos; porque al igual que nosotros no nos llevamos bien con todos nuestros jefes, compañeros o vecinos, ellos pueden que no conecten del todo con sus profesores y a partir de ahí empiecen sus dificultades.